Una de las necesidades del ser humano es la comunicación, por medio de la cual se construye a medida que va generando interacciones con el resto de las personas; se constituye así, primeramente, el diálogo, que no es más que el intento de verbalizar, explicar el “cómo se ven las cosas” y también el descubrir cómo las ve el otro, y en esa visión lograr captar las diferencias y similitudes que le permiten autorreconocerse como individuo. En este acto comunicativo básico, se tienen en cuenta las palabras y la “visión”, siendo esta última un acto voluntario de naturaleza recíproca. Entra aquí el concepto de imagen, vale decir, el registro del modo en que “X” vio a “Y”, y que no es más que el resultado de la creciente conciencia de la individualidad, en la cual se evoca la “apariencia” de algo ausente, esto ya que ha sido separada del lugar e instante en que se encuentra, quedando sólo en registro visual. Claramente el tema de la “visión” no siempre refiere al de la apariencia si se piensa en la acción misma donde los participantes interactúan; sin embargo, para este trabajo se toma más bien el hecho de evocar, volver a traer a la mente, asociado a la articulación presencia-ausencia. Surge la noción de “vínculo” con un otro, el que en este caso se da desde la intención contenida en la correspondencia (parte integrante de la caja de memoria), en la que queda patente también el concepto de “manufactura”, el dejar en el objeto el vestigio de la marca, la huella de un acto que implica mayor cercanía en la producción o confección de dicho objeto, y que a su vez también habla de una cierta carga afectiva. Este medio análogo hoy por hoy ya no es muy frecuente, ya que la introducción de nuevas tecnologías ha hecho que se modifiquen y reemplacen determinadas funciones humanas que, al verse generalizadas, establecen un cambio en las relaciones humanas, que finalmente generan un orden social nuevo. Esto visto no desde una perspectiva crítica frente a los nuevos canales comunicativos empleados, si no como una reflexión que pretende rescatar aquellas diferencias entre los más recientes medios tecnológicos y la manualidad hecha para una persona en particular.
Los conceptos clave son “vínculo” y “manufactura” y desde ellos se propone el retrato, esto surge pues viene a ser la imagen de alguien con quien se ha establecido algún grado de cercanía en relación a quien lo retrata. Para la mayor precisión en la imagen se parte con la fotografía de la persona pero llevada a la tela, para luego ser bordada sobre los rasgos lineales de cada fisonomía, este acto encausa el tema manual con la imagen-apariencia de la persona del vínculo, la que, además, ha enviado algún relato en relación a éste, vía e-mail, recordando el hecho de que no se trata de enjuiciar los canales más nuevos (que por lo demás, presentan claras ventajas de rapidez y facilidad en el acceso a las personas). Como fondo en cada retrato también iría el bordado, pero de diseños ornamentales, algo similar a lo que muchas veces se da en las cartas hechas a mano, en el instante en que la persona hace algunos dibujos, resalta ciertas partes, palabras, adhiere materia (stickers por ejemplo), colorea, se preocupa de la visualidad de las hojas, en una acción casi infantil donde queda la huella de la confección en el diseño y eventual materialidad. De esta manera, la manufactura se perfila desde una ausencia que para ser contrarrestada y establecer una comunicación, contacto, mantener un vínculo que refiera la presencia, se trabaja la imagen (apariencia) a través del retrato, que además contendrá las características técnicas ya mencionadas, en relación todas ellas, a los conceptos centrales de la propuesta.
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